martes, 12 de agosto de 2014

UNA BRISA SUAVE

4 DE ABRIL DE 1825


-¡Enrique ha vuelto!-trina Augusta, con los ojos brillantes de felicidad-¡Ha vuelto, Claudia! ¿Sabes lo que eso significa? ¡Significa que nos vamos a casar!
                        Augusta da saltitos por todo el jardín. Yo camino a su lado. Parece haberse olvidado de la relación que me une en realidad con Ricardo. Augusta está envuelta en una nube de felicidad de la que no va a bajar nunca. 
-Debemos de empezar con los preparativos de la boda-comenta. 
                          Yo no quiero recordarle que don Enrique todavía no ha hablado con mi padre. Antes de hacer oficial el compromiso, don Enrique tiene que venir aquí. Y hablar con mi padre. Todavía no ha dado ese paso. 
                          No quiero robarle la ilusión a mi prima. Por lo menos, pienso, es feliz. 
-Me gustaría casarme en menos de cuatro meses-me confiesa Augusta-Aunque, si por mí fuera, me casaría en un mes. 
-¿No crees que es un poco precipitado?-inquiero-Preparar una boda lleva su tiempo. Don Enrique tiene que invitar a su familia. Que la conozcas. 
-¡No importa! 
-Augusta...¿De verdad piensas que no va a volver a irse don Enrique?
-¡Ha regresado para quedarse, Claudia!
-Y espero que se quede aquí por más tiempo. Es un hombre que nunca está cuando se le necesita. 
                            Me toca a mí ser realista. Y odio tener que ser realista. Augusta se echa a reír. Parece que no me está haciendo caso. En su mente, ya está imaginando qué flores usará para decorar la capilla, donde se celebrará la boda. 
-Puede que no nos casemos aquí-dice Augusta. 
-¿Y dónde os vais a casar?-me extraño. 
-¡En la catedral de Santa María! ¡Podríamos casarnos allí! Es el lugar idóneo para que un conde se case. ¿No te parece?


                              Augusta se echa a reír. Tengo la impresión de que he recuperado a mi prima. A la Augusta llena de vitalidad que fue una vez. A mi querida Augusta...
-¿Y qué vestido piensas usar?-le pregunto. 
-Me traje el vestido de novia de mi madre-responde-Lo quiero usar.
-¿En qué estado se encuentra?
-Tengo que bajar a la aldea a que lo vea la modista. ¡Ya ves la maña que tiene para hacernos los vestidos! ¡Ni la mejor modista de toda Barcelona la puede igualar!
-Tienes razón.
-¡Oh, Claudia! ¡No sabes lo feliz que soy! ¡Tengo ganas de ponerme a gritar como una loca!

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