miércoles, 9 de julio de 2014

UNA BRISA SUAVE

20 DE MARZO DE 1825

                             Es ya tarde. 
                             Pero he querido escribir estas líneas en mi diario. 
                             Hemos asistido a la fiesta que han celebrado uno de nuestros vecinos, los Llopis, en su masía. 
                             Ha sido una fiesta realmente incómoda. Dafne ha acudido a la fiesta en compañía de sus padres. Y Pedro Serrano también se ha encontrado allí. Y yo he ido acompañada por mis padres, por Augusta y por Ricardo. 
                             Deseo salir corriendo de allí. 
                             Augusta, Dafne y yo nos sentamos cada una en una silla. Aceptamos los vasos de limonada que nos ofrece uno de los criados de los Llopis. Bebo un sorbo de mi vaso de limonada. El baile acaba de empezar. 
                           Varias parejas se congregan en la improvisada pista de baile. Dafne me palmea la mano. 
-Espero que Ricardo me saque a bailar-me comenta con ilusión-Puede que hoy pida mi mano en matrimonio. 
                            Nos habla a Augusta y a mí. 
-Enrique no ha venido-se lamenta mi prima-Pero Barcelona no está tan lejos de Buda. ¿Verdad que no? 
-Don Enrique tiene asuntos importantes de los que ocuparse en Barcelona-le contesto a Augusta-No soy quién para contarte nada. Lo último que quiero es que sufras. Pero...
-Claudia, no soy tonta-me interrumpe Augusta. 
-¿Qué quieres decir?
-Sospecho lo que hace Enrique en Barcelona. Sospecho que no me es fiel. Pero no lo veo y prefiero no pensar en eso para no sufrir. 
                           La contestación de Augusta me deja sin habla. Mi prima sabe muchas cosas. Pero intenta no pensar en ellas. Bastante está sufriendo porque las sabe. Y yo me asusto. Augusta puede saber otras cosas. Es muy inteligente. 
                           Quizás, no sea tan culta como lo es don Enrique. Pero es más inteligente que él, pienso. 
-¡Se acerca!-se ilusiona Dafne-¡Se está acercando!
-¿Quién se está acercando?-le pregunta Augusta. 
-¡Ricardo! ¡Viene hacia mí! 
                        Es cierto. Ricardo se disculpa con el joven Llopis, el hijo del anfitrión, con quien ha estado hablando un rato. 
-¿Qué hacen tan solas las tres mujeres más hermosas de toda Buda?-nos pregunta. 
                         Augusta se echa a reír ante su galantería. Yo no sé dónde mirar. 
                        Con un ademán coqueto, Dafne abre su abanico y lo utiliza para disimular su sonrisa. 
-Bailaré con las tres en orden alfabético-decide-Primero, bailaré con Augusta. Su nombre empieza por A y, además, es mi hermana. Después, bailaré con Claudia. Y, por último, bailaré con Dafne. Seré el hombre más envidiado de toda Buda. 
                           Así obra. Saca a bailar a Augusta. 
                           La orquesta que los Llopis han contratado para la ocasión interpreta una sardana. 
                            Siento vergüenza al confesarlo. No sé bailar una sardana. 
                           Se forman unos tres grupos. 
                            Están formados por ocho personas. 
                          Augusta le da la mano a su hermano. A su vez, su hermano le da la mano a otra mujer. Dafne mira con adoración a Ricardo. 
                          Bailan en círculos. Augusta y Ricardo disfrutan con la pieza. La sardana termina dos minutos después de su inicio. 
                         Augusta regresa con nosotras. Nos sonríe radiante. 
-Bailar es una buena forma de que se te alivien las penas-nos cuenta. 
-Ahora, te toca bailar conmigo-me recuerda Ricardo. 
-Yo creo que deberías bailar con Dafne-opino. 
                          Pero acabo bailando con Ricaro. 
                         La orquesta interpreta un vals. 
                         De algún modo, mientras bailamos el vals, nos abrazamos. 
-Tendré que bailar con el señor Serrano-me lamento. 
-¿Y por qué no nos escapamos?-me sugiere Ricardo. 
-¿Te has vuelto loco?
-Nos iremos lejos de Buda. Nadie nos encontrará. 
-¿Y qué vamos a hacer si nos escapamos?
-Buscaremos un lugar en el que vivir. Tenemos los dos algo de dinero ahorrado. Y yo me pondré a trabajar. No soy ningún inútil, Claudia. Pero, por lo menos, estaremos juntos. 
                          Termina la pieza. Ricardo me besa en la frente. Me besa en la mejilla, muy cerca de mi boca. 
                          Regreso al lado de Augusta con gesto pensativo. Ricardo acaba de proponerme que me fugue con él. 



                            Ricardo saca a bailar a Dafne.
                            La orquesta empieza a tocar una mazurca. Es un tipo de danza antigua. El rostro de Dafne se ilumina mientras baila con Ricardo. Le mira directamente a los ojos. Y no sabe que Ricardo me acaba de pedir que nos escapemos.
                            Lejos de Buda...
-Hacen una buena pareja-me comenta Augusta.
-Sí...-murmuro.
                            No tengo ganas de hablar con mi prima. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario