sábado, 5 de julio de 2014

UNA BRISA SUAVE

17 DE MARZO DE 1825

-¡Mira, hija!-me insta mi madre.
-Es una tela muy bonita-observo. 
-Es de color rosa. 
-¡Hace juego con tus mejillas, Claudia!-palmotea Augusta. Me da un leve abrazo-A mí me gusta mucho. 
-¿Cuánto cuesta?-le pregunta mi madre a la modista. 
-A diez reales el metro de tela...-responde la modista. 
                          Estamos en casa de la modista. Hemos venido porque mi madre insiste en que tanto Augusta como yo tengamos vestidos nuevos. 
-Ha venido el señor Serrano-me informa Augusta-Y me ha traído una carta de Enrique. 
-Ha sido todo un detalle por su parte-opino-¿Cómo está Enrique?
-Está en Barcelona. 
                           Mi madre mira otras telas que le muestra la modista. Son telas de colores oscuros. Supongo que estará viendo las telas con las que quiere que le haga un vestido nuevo. La modista le enseña a mi madre una tela de color gris y Augusta mira la tela con espanto. 
-Espero que tía Prudencia quiera hacerse un vestido-afirma-Yo no quiero vestir de gris. El gris es el color más adecuado para una solterona. 
                           Me coge la mano. 
                           Augusta está muy contenta. Los ojos le vuelven a brillar. El color le ha vuelto a la cara. Hacía ya semanas que no veía a mi prima sonreír de verdad. 
-Seré feliz del todo cuando Ricardo me diga que se va a casar con Dafne-me confiesa-Ella intenta robarle un beso, pero él no se deja. ¡Es un tonto! 
                           Tengo la sensación de que me he quedado sin aire. Me he puesto pálida de pronto. Augusta lo advierte. 
-¡Espero que tú no caigas enferma también!-se asusta-Ya es bastante triste que Dafne no se encuentre bien. No quiero que tú también te pongas enferma. 
-No es nada-miento. 
-Claudia...
-Baja la voz, prima. No quiero preocupar a mamá con tonterías como que me he puesto pálida. No he desayunado bien esta mañana. 
                         Mi madre se gira hacia nosotras. Nos hace señas para que nos acerquemos. 
-He visto unas telas preciosas que le sentarán muy bien a Augusta-nos explica. 
                         Augusta me besa en las mejillas. Nos acercamos a mi madre y a la modista. 


-El marrón es el color que más le favorece, señorita Ballester-afirma la modista, mostrándole a Augusta una tela de color marrón-Su cabello es de un brillante color castaño. Además, ya no es una jovencita. Aunque intente negarlo. Tiene cierta edad. Y...
-¡Se equivoca!-exclama Augusta, rebelándose-Me quiere convertir en una solterona antes de tiempo. 
-Augusta, por favor, compórtate-le sugiere mi madre-No des un escándalo aquí. 
-Tía Pruden, Enrique me ha escrito. Dice que quiere regresar lo antes posible para casarse conmigo. Con un poco de suerte, antes del verano, seré la nueva condesa de Noriega. 

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