lunes, 23 de junio de 2014

UNA BRISA SUAVE

14 DE MARZO DE 1825

-Celebro ver que estás mejor-le comento a Dafne. 
-Ricardo viene mucho a verme-me confiesa. 
-Eso está bien. 
                      Dafne está tumbada en la chaise longue en el jardín cuando voy a visitarla. Una manta cubre su cuerpo vestido. 
-Yo creo que está enamorado de mí-afirma Dafne de manera rotunda. 
                      Me siento en una silla del jardín junto a la chaise longue. Dafne lleva su cabello recogido en una trenza. 
                      Hay un brillo extraño en sus ojos. Me duele pensar que la joven que está delante de mí es mi rival. 
                      Yo siento un verdadero cariño por Dafne. No quiero verla como una enemiga. Le cojo la mano. Me la llevo a los labios. 
-¿De verdad crees que mi primo está enamorado de ti?-le pregunto-¿Te lo ha dicho?
-No hace falta que me lo diga-responde Dafne con seguridad-Se lo he visto en los ojos. 
-Has estado muy enferma, Dafne. 
                        Siento una dolorosa punzada dentro de mi pecho. Detesto sentir celos de Dafne. Siempre ha sido una buena amiga mía. No me atrevo a confesarle la verdad. La clase de relación que hay entre Ricardo y yo. Si se lo cuento, mataría a Dafne de la pena. No sé cómo hemos llegado a esta situación que ha escapado por completo de nuestro control. 
-Quédate un rato conmigo-me pide Dafne. 
                         Hace una tarde agradable. Dafne me cuenta que está deseando volver a montar a caballo. 
                         De momento, se tiene que conformar con salir a tomar el fresco al jardín. Es feliz cuando viene a visitarla Ricardo. Yo sé que se está haciendo ilusiones. Y eso es lo que más me inquieta. 
-¿Te habla Ricardo de mí?-me interroga-¿Qué es lo que te dice?
                          En realidad, no me habla nunca de Dafne. Sólo quiere que hablemos de lo que hay entre nosotros. 
                          Y yo pienso que no debe de haber nada entre nosotros. Deseo que se olvide de nuestra relación. Y tengo miedo de que nuestro romance salga a la luz. A veces, tengo la sensación de que las paredes tienen oídos. No se puede vivir en constante estado de nervios, como es nuestro caso. 
                          Ayudo a Dafne a levantarse de la chaise longue. 
                          Nos dirigimos a la mesa que hay en el centro del jardín. 
                          La criada de los Velasco nos sirve un vaso de zumo de naranja. Bebo un sorbo de mi vaso de zumo. Dafne está muy contenta. 
-Ricardo dice que desea que te recuperes lo antes posible-miento-Que le agradas mucho. Y que te quiere mucho. 
                         Me duele tener que mentirle. No quiero hacer sufrir a Dafne. 
                         Siento una dolorosa presión dentro de mi pecho. Veo a Dafne realmente ilusionada con Ricardo. Con el posible amor que, según ella, él le profesa. Amor...Y no es verdad. 
                          Ricardo no está enamorado de Dafne. Está enamorado de mí. 
-Acabará hablándome de amor-me asegura mi amiga-Yo lo sé. Se me declarará. 
                          Respiro hondo. Los ojos de Dafne brillan al pensar en Ricardo. Su rostro resplandece de dicha. Me hace daño mirarla a los ojos. Me hiere escucharla hablar de Ricardo como lo hace. Debería de irme de aquí, pienso. 
                         Pero no me voy. 
-Y se casará conmigo-añade Dafne-¡Seré la esposa de Ricardo!
-Tendrá que hablar primero con tu padre-le recuerdo. 
-Mi padre le tiene algo de manía a Ricardo. ¡Debe de pensar que es igual que tu tío! Pero yo no lo creo. 
                        No sé qué decir. 
-Tu padre quiere lo mejor para ti-me atrevo a decir-Le preocupa que Ricardo te haga sufrir. 
                        Dafne abre los ojos de manera desmesurada al escuchar mi comentario. Insiste en que Ricardo nunca le haría sufrir. Sólo la haría sufrir si no la amara. 
-¡Pero él me ama de verdad!-exclama. 
                         Trata de convencerme de la sinceridad de sus palabras. Yo conozco la verdad. Conozco esa verdad porque la estoy viviendo. 
-Entonces, no debería de haber ningún problema-opino. 
-Ricardo no se me ha declarado porque le aterra que Augusta y yo dejemos de ser amigas, Claudia-insiste Dafne-Nuestra amistad nunca se quebrantará sólo porque me haya enamorado de su hermano. 
-Seríais hermanas. Siempre habéis estado muy unidas. Eso no va a cambiar. 
                         Dafne sonríe radiante. 
                          Afirma que se alegra de que yo sea tan comprensiva. Dice que mis visitas le alegran. Porque sabe que Ricardo habla conmigo de ella. 
-También sería tu hermana, Claudia-apostilla Dafne. 
                         Lo he olvidado. Augusta y yo somos, más que primas, hermanas. 
                          En opinión de Dafne, al casarse ella con Ricardo, me convertiría en su hermana. Oírla hablar así me hace daño. Me destroza por dentro. 
-Eso estaría bien-logro mentir. 
                          Dafne se echa a reír. Su risa vuelve a ser alegre. Como era antes. 

Emma Woodhouse - jane-austens-heroines Screencap

                     Yo puedo destruir su dicha, pienso con angustia. Yo puedo decirle la verdad a Dafne.
                     Le puedo confesar que Ricardo y yo nos amamos. Entonces, la veré destruida.
                     Lo último que quiero es que Dafne sufra por mi culpa. No se lo merece. No quiero que derrame ni una sola lágrima por mí.
                      Me pongo de pie.
-Me tengo que ir-le anuncio.
-Ven a verme cuando puedas-me pide Dafne.
-Vendré a verte mañana mismo. 

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